18° TANDIL CINE: ENTREVISTA A ANDREA TESTA, DIRECTORA DE "NIÑA MAMÁ"

Andrea Testa es la directora de “Niña mamá”, uno de los documentales que integra la sección de largos en Competencia. En esta entrevista, se refiere al proceso de creación de la película con que participa en el 18° Tandil Cine.
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A la película la precede un título movilizador y de interpelación inmediata con una realidad compleja de muchas chicas de nuestro país…

Sí, el título fue motivo de varios debates y reflexiones conmigo misma y con el resto del equipo. Todo el proceso fue consensuado aunque la coordinación y dirección estuvieran a mi cargo. No hubiera podido tomar algunas decisiones sin el apoyo permanente del equipo, no sólo en los aspectos técnicos. A lo largo del rodaje, estuvimos atravesades por mucha emoción, tanto quienes estábamos detrás de cámara como las chicas que conocimos a lo largo de tantos días, en los hospitales. Hemos contado también con el apoyo de los equipos de salud que nos fueron abriendo las puertas de su trabajo cotidiano, lo que fue fundamental para nuestro trabajo.

El título alentó un debate muy importante porque coincidió con la campaña “Niñas no madres”, a partir del caso Lucía, la niña tucumana que fue obligada a parir aún cuando ella suplicó “sáquenme lo que el viejo me puso adentro” y a quien el Estado privó de interrumpir su embarazo. Fue un caso emblemático en las banderas y luchas importantísimas que volvieron a visibilizar. Toda esa atmósfera resonaba durante el trabajo con “Niña mamá” porque, si bien no habíamos accedido a un caso similar, conocimos niñas que llevaban adelante embarazos no intencionales. Hay puntos en común, un entramado, algo que la película visualiza y traduce como un gran dolor social. Pero también dimos con otras historias. Recuerdo el relato de Anabela, quien con 13 años dijo que ella iba a seguir adelante con el embarazo porque estaba en contra del aborto. Fue una de las tantas maternidades que conocimos en esta película y, mirando de cerca cada una de ellas, nos decidimos por sostener la idea de “niña mamá” aunque a veces resulta incómodo, pero justamente nos permite mostrar que hay niñas mamás –muchísimas- y poner el foco en esa cuestión, habilitar nuevos debates y hasta repensar algunas consignas del movimiento feminista.

¿Qué rol desempeña el cine en la visibilización de estas realidades sociales?

Creo que el cine, como cualquier otra manifestación del arte, acompaña los procesos históricos y políticos pero tiene también la herramienta de la emoción que nos permite detener el tiempo para poder generar otra relación con esos contextos, realidades, personas e historias de vida. El título no cancela, en absoluto, la campaña de “niñas no madres”, sino justamente, nos permite sumarnos al movimiento, con el testimonio de algunas de esas niñas que sí estaban siendo madres para ver cómo las escuchamos, las acompañamos y qué otros caminos tienen; cómo van a poder ejercer esas maternidades y, cuando pueden decir que no, con qué herramientas y opciones lo hacen. El título es una invitación a complejizarnos sin perder una mirada política y sensible de la lucha.

 

Mirar al dolor con perspectiva de clase

¿Cómo fue el proceso de trabajo?

Lidiamos con muchos prejuicios –propios y ajenos- a la hora de llevar adelante esta película. Era un desafío difícil, compartir esa instancia de intimidad y confidencialidad con las chicas. También pudimos como equipo asumir un compromiso de manera conjunta, transformar lo personal en político y, además, en cinematográfico. No creo que todes vivamos el dolor de la misma manera, hay una distancia de clase abismal en la mirada y en lo que se interpreta de lo que escuchamos.

Aprendí de cada una de esas niñas y adolescentes que son mujeres con muchos valores, valentía, seguridad. Se me dio vuelta la realidad que prefiguré y, aunque la película me duele en el cuerpo una y otra vez, también me parecen mujeres zarpadas, con fuerza para seguir y resistir en las condiciones materiales en las que viven. Hay, cierto, una dualidad o tensión que tienen que ver con la mirada de clase y con que el dolor no se siente de la misma manera porque una trabajadora de la clase media trabajadora del arte (como es mi caso) tiene momentos de dolor muy distintos porque tengo mis derechos básicos garantizados y saldados. Hay algo de la cotidianidad y de la vida que hacen que esos umbrales de dolor se transiten de otra manera. También me parece que hay algo hermoso de la película que es lo personal y político y que demuestra que cada una de ellas transita lo que les pasa de maneras distintas, con herramientas distintas y que los momentos que aparecen en la versión final son fragmentos y segundos de toda una vida pero que son, sin dudas, parte de una identidad singular. La película nos duele quizá porque detenemos el tiempo y nos asomamos un segundo a esas vidas, en lo que estaban relatando. Muchas de estas chicas vuelven a emocionarse cuando ven la peli; yo también me emociono aunque la vi muchísimas veces. Es fuerte y potente: más que la historia personal es también ver la historia de la otra, ahí está lo político y colectivo. Hay algo de fundirse en las otras, me pareció hermoso vivenciar eso: encontrarnos en la fuerza de la otra y no sentirnos más solas.

¿Hay algo que querías decir en voz alta con la película?

Nunca me planteé decir algo con el documental ni con ninguna de las películas que hice. Todo el tiempo se me desestructura el discurso porque hay algo en lo que sí me afirmo y me gusta que es lo que más me apasiona del cine: transitar esos lugares de incertidumbre y construir a partir de un sentimiento con el cual salgo a la búsqueda con cada película para poder encontrar alguna respuesta. No la tengo de antemano, pero siento la necesidad de que el cine sea una evidencia de las realidades, un posicionamiento de lucha, sin olvidar que es un posicionamiento desde el arte: eso nos tiene que transformar. Con “Niña mama” me pasa que me sorprende en cada nueva proyección en cómo la película afecta a cada persona que la ve, ahí se abre el mundo nuevamente con esa magia que sucede al conectar las historias propias y de les otres. Si algo de la película ayuda a repensarse ya sucedió algo maravilloso, que genere algo del efecto transformador que generó en mí. 

¿Hay nuevos proyectos en carpeta?

En lo personal, no puedo pensar más que en seguir viviendo lo que esta película nos está haciendo vivir, seguir forjando el vínculo con todas las personas que pasaron por el camino. El cine también tiene esa función social y ahora estamos retomando los caminos y los proyectos suspendidos en el tiempo, con la pandemia. Me parece que mi proyecto ahora es acompañar la película, a las chicas, sus reflexiones. Pero también es poner el cuerpo, la emoción y entregarme a ese camino, como lo hago con cada película que llevo adelante. Hay algo de ese proceso que va haciendo lugar a los nuevos proyectos, si es que llegan. En la productora “Pensar con las manos” a la que pertenezco  sí estamos con otros proyectos, siempre haciendo del cine un espacio de pensamiento y compromiso.

Mi tiempo también es para la militancia del cine, cuidar nuestro cine, pelear para que la caducidad del Fondo de Fomento sea una anécdota del pasado, que podamos preservar los fondos para el cine. Sin fondos para el cine independiente sólo nos quedamos con las grandes producciones y nos perdemos la pluralidad de voces y miradas de todo el territorio nacional. Eso también es tiempo para el cine: cuidar las películas que deben venir y que debemos ayudar a forjar.

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