DISCURSO 198ª ANIVERSARIO DE TANDIL

Señoras y señoras, autoridades civiles, eclesiásticas y militares. Queridas vecinas y vecinos. La pandemia el año pasado nos privó, creo que por una de esas duras excepciones que nos presenta la historia, de compartir la ceremonia de un nuevo aniversario de Tandil al pie del monumento al fundador. Algo nos faltó, entonces, y algo, con las limitaciones propias del caso, volvimos a recuperar ahora.
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La realidad es que en el devenir hacia el bicentenario, Tandil afronta su tragedia más dolorosa. Nos duele cada vida que perdemos, nos duelen los embates a nuestra economía, nos duele no poder dar las respuestas en los tiempos de vacunación que quisiéramos, y que no depende de nosotros. Nos duele todo pero aquí estamos. Cada fotografía del pasado reciente va con nosotros, en cada paso que damos, pero también y sobre todo viaja con nosotros, late con nosotros, el presente, a quien le doy el nombre de la esperanza.
Aunque parezca un contrasentido, aunque el covid se haya instalado en la conciencia y en el registro de la vida cotidiana de todos nosotros como una verdadera desgracia, quiero decir que es el presente, aun golpeado, maltrecho, adolorido y rasgado por las pérdidas, también es una esperanza. Es más, quiero tratar de explicarlo según mi modesto parecer: cuando se habla del futuro y se lo asocia a la esperanza, es porque verdaderamente estamos llevando las cuestiones que debemos resolver al plano de la distancia, al distante porvenir, que al estar lejos necesita sobre todo del optimismo cómodo que suele invocarse desde una tribuna. La fe en el futuro es un acto facilista, porque ciertamente la condición humana tiende a creer en la esperanza como si fuera un pase de magia.
Yo esta mañana quiero hablar de la esperanza pero en tiempo presente, la esperanza de hoy, de aquí y ahora, porque existen sobradas razones para hacerlo. Tengo esperanza porque en medio de una pandemia que nos devastó, que arrasó nuestra economía y cambió nuestras vidas para siempre, nuestra ciudad se reveló a sí misma con su mayúscula potencia para resistir la tormenta, su energía creadora y sus reservas morales. 
Tengo  esperanza en el presente porque nadie se dio por vencido, ni aún vencido, porque el "nombre Tandil" trascendió a la "marca Tandil", es decir que la potencia de la identidad de lo que histórica y culturalmente somos sostuvo con su combustible, con su mística, con su pasión por lo nuestro, a la marca comercial del topónimo. Y acá estamos después de un año con varios sectores de esa economía golpeados por la pandemia, con un cambio total y dramático en nuestras costumbres, en la sociabilidad de la familia y de los niños, acá estamos, dando todavía la batalla, pero de pie y yendo a trabajar cada día, honrando la memoria emprendedora de nuestros pioneros.
Tengo esperanza porque mientras el covid no da tregua, tampoco Tandil da tregua en su formidable capacidad emprendedora. Su polea productiva, su gestión para producir e invertir. Lo vemos a diario en la construcción, en el comercio que vuelve a tomar impulso, a tal punto que hoy es el segundo sector más importante del Producto Bruto Interno, y el que más fuentes de trabajo produce. Lo vemos en la incesante actividad agrícola ganadera, en la industria, en el turismo que logró sobrevivir a uno de sus años más negros. Tengo esperanza porque crecen los centros comerciales fuera de las cuatro avenidas, como también crecen las obras de los paseos comerciales del viejo centro de la ciudad. Este desarrollo lo vemos a diario en la construcción del primer edificio inteligente, Globant, que ha invertido 10 millones de dólares en Tandil. Lo vemos a diario en  el Parque Industrial, cuando estamos a días de la radicación de una nueva industria, Bioceres, con una inversión de 7 millones de dólares.  Tengo esperanza porque este año, que es el segundo año de la pandemia, en  2021, para hablar en términos de estricto presente, se presentaron 9 proyectos solicitando radicación en el Parque Industrial, siendo los mismos del rubro metalmecánico, biotecnológico, alimenticio, construcción verde, entre otros. También se realizó una nueva radicación del rubro metalmecánico y 6 empresas radicadas en el PIT se encuentran en proceso de firma de Boleto de Compra-Venta de sus lotes. Tengo esperanza, por supuesto, en la recuperación y el resurgimiento de la planta de la empresa Cagnoli, luego del devastador incendio que sufrió hace pocos días. 
Enfrentando todas las dificultades y a través de la gestión asociada y el esfuerzo conjunto, Tandil sigue desarrollando su infraestructura con obras de magnitud que buscan la integración social y urbana. Más de 320 millones de pesos este año entre recursos municipales, provinciales y nacionales para ejecutar trabajos viales y de provisión de servicios básicos, así como avanzamos con nueva infraestructura sanitaria, social y educativa. Y nos da esperanza el presente porque seguimos consolidando las energías renovables para el futuro, haciendo realidad un gran proyecto junto a la Usina de Tandil  como lo es el de comunidades solares.
Tengo esperanza porque aprendimos a caer y levantarnos. Aprendimos a trabajar en las diferencias. Aprendimos del acierto y del error. Aprendimos, por si hacía falta saberlo, que no somos una casualidad en el torbellino la historia. No somos un pueblo que se hizo por generación espontánea: somos el legado de nuestros precursores a quienes nada se les apareció servido en bandeja. Y desde esa precariedad tan sufrida hicieron una ciudad para su descendencia.
Tengo esperanza en el presente porque en el peor año de nuestra historia sacamos lo mejor de cada de uno de nosotros. Los invito a renovar la esperanza cuidándonos más que nunca entre todos. Distancia, corazón, barbijo y abrazo del alma. Es muy fácil ser optimista en la prosperidad. Donde realmente se ve la madera noble de una pueblo es en las horas oscuras, en las horas difíciles, allí donde lo que importa no es ni de dónde venimos ni a adónde vamos, como supo decir Raúl Alfonsín en su credo por la democracia, sino que sigamos caminando juntos por los ideales verdaderos. Eso es lo que verdaderamente importa. Y mi ideal verdadero, como el de miles de vecinos, a pesar de la pandemia y a pesar de todos los pesares, es, a dos años del bicentenario de Tandil seguir construyendo la mejor ciudad intermedia del país. Ese es nuestro camino y será nuestro legado. Ese es el destino de prosperidad y riqueza que vaticinó el brigadier general Martín Rodríguez, y el orgullo y el norte de todos los que vivimos en nuestra querida ciudad. ¡Feliz cumpleaños Tandil! 
Muchas gracias.

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